Textos bíblicos sobre limpiar la casa de Dios: 2 Crónicas 29:15
2 Crónicas 29:15 (Versión Reina-Valera 1960)
En el libro de 2 Crónicas, capítulo 29, versículo 15, encontramos un pasaje que nos habla sobre la importancia de limpiar la casa de Dios. Este versículo nos muestra el ejemplo del rey Ezequías, quien decidió restaurar el templo y purificarlo de toda impureza.
El rey Ezequías restaura el templo
El contexto de este pasaje nos muestra que Ezequías se convirtió en rey de Judá a los 25 años y reinó durante 29 años en Jerusalén. Desde el principio de su reinado, Ezequías se propuso hacer lo recto delante de los ojos de Jehová. Una de las primeras acciones que tomó fue abrir las puertas del templo que habían sido cerradas por su padre Acaz, quien había sido un rey impío.
Ezequías sabía que el templo era el lugar donde Dios habitaba y que debía ser tratado con reverencia y santidad. Por eso, decidió restaurarlo y devolverle su esplendor. En el versículo 15, Ezequías convoca a los sacerdotes y levitas y les dice: "Oídme, levitas; santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová, Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia".
La purificación del templo
La orden de Ezequías de santificar la casa de Dios y sacar la inmundicia del santuario es un llamado a la limpieza espiritual. No se trata solo de limpiar el lugar físicamente, sino de purificar el corazón y alejar todo lo que contamine nuestra relación con Dios.
En el versículo 16, los sacerdotes y levitas se pusieron en acción y comenzaron a sacar del templo toda la inmundicia que habían encontrado. Llevaron todo fuera de la ciudad y lo arrojaron al torrente de Cedrón. Este acto simbolizaba la separación de todo lo impuro y la restauración de la pureza en el lugar santo.
La purificación del templo es un recordatorio para nosotros de la importancia de mantener nuestro corazón limpio del pecado y de todo lo que nos aleje de Dios. Debemos examinar nuestras vidas y desechar todo aquello que nos contamine espiritualmente.
Los sacerdotes y levitas se ponen en acción
En el versículo 17, vemos cómo los sacerdotes y levitas comenzaron a limpiar el templo. Primero, comenzaron por el atrio y lo purificaron. Luego, se adentraron en el templo y limpiaron todas las impurezas que habían encontrado.
Este pasaje nos enseña que la limpieza de la casa de Dios no es solo responsabilidad de los líderes espirituales, sino de todos los creyentes. Cada uno de nosotros tiene un papel importante en mantener la pureza y la santidad en la iglesia.
En el versículo 18, vemos que los sacerdotes y levitas se pusieron manos a la obra y comenzaron a ofrecer sacrificios quemados en el altar. Estos sacrificios eran una forma de expiación por los pecados del pueblo y de buscar el perdón de Dios.
La limpieza de la casa de Dios no solo implica deshacernos de lo impuro, sino también acercarnos a Dios y buscar su perdón. Debemos reconocer nuestros pecados y arrepentirnos de corazón, confiando en la misericordia y el perdón de Dios.
El pasaje de 2 Crónicas 29:15 nos enseña la importancia de limpiar la casa de Dios, tanto física como espiritualmente. Debemos seguir el ejemplo del rey Ezequías y buscar la purificación de nuestro corazón y de nuestra iglesia. Recordemos que la limpieza espiritual es un proceso continuo y que requiere de nuestra participación activa. Que podamos ser diligentes en mantener la pureza y la santidad en la casa de Dios.
2 Crónicas 29:15 (Versión King James)
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